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Mayo 25 de 2022

“Lo que empezó como obligación se convirtió en la razón de ser de mi vida”: Alfonso Escobar Rojas, Fundador de la Universidad CES

 

Por: Daniela R. Gómez Isaza

El Dr. Alfonso Escobar Rojas es odontólogo egresado de la Universidad de Antioquia en el año 1959. Estudió inglés en la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, y luego, en ese mismo país, desarrolló su posgrado en Odontopediatría en la Universidad de Illinois, en Chicago.

La docencia ha sido parte esencial de su vida. Primero como docente en la Universidad de Antioquia desde 1965 y tres años más tarde, como decano asociado a la misma institución. Luego, regresó a Estados Unidos como docente en la Universidad de Illinois y por su paso por la academia estadounidense, se crearon los cursos Latinoamericanos de Odontología Social, coordinación que lideró por más de 20 años. En 1975 regresó de forma definitiva a Colombia como docente de la UdeA.

En 1977, por invitación del médico Hernán Vélez Atehortúa y en compañía del odontólogo Guillermo Cárdenas Jaramillo, ambos fundadores de la U. CES, discutieron la creación de una Facultad de Odontología nueva para Antioquia. Así se unieron al proyecto de constitución del Instituto de Ciencias de la Salud (CES).

El boletín Enlaces Digital conversó con el fundador Alfonso Escobar Rojas, sobre la docencia, un campo al que dedicó la mayor parte de su vida.

Enlaces Digital: ¿Cuál es la razón de ser de dedicarse a la docencia?

Dr. Alfonso Escobar Rojas: “Todo se originó cuando al ser aceptado en el posgrado de la Universidad de Illinois, se me puso como condición regresar a mi país a compartir las enseñanzas recibidas con mis colegas y estudiantes de la Universidad de Antioquia.

Lo que empezó como una obligación se convirtió en la razón de ser de mi vida. Quienes tienen dinero, regalan cuanto les sobre; quienes tenemos conocimientos, los entregamos sin reticencias a cambio de la satisfacción personal que da el saber compartir sin egoísmos”.

¿Cómo ha sido la experiencia de ser docente en la Universidad CES?

“Es satisfactorio saber que he puesto mi granito de arena para lograr la excelencia académica. Que en mi vocabulario no existe la palabra rendirse. Al lado de los estudiantes, todavía hoy, todos los días aprendo algo nuevo”.

¿Cuál es su mensaje para las futuras generaciones de docentes?

“En el mundo es notoria la falta de personas interesadas en la docencia. Les hablaría sobre la satisfacción que da el saber que podemos ser parte de la solución y no del problema. La docencia nos hace mejores seres humanos, además de humanistas. Es un privilegio que no se puede desperdiciar.

La docencia deja enseñanzas como compartir, compartir y compartir… sin egoísmos y entrega total a nuestra tarea. ‘Alto, siempre alto’ eso me enseñaron los jesuitas como meta de vida”.

Si no se hubiera dedicado a la odontología y a la docencia, ¿qué le hubiera gustado ser?

“Me hubiera gustado ser arquitecto y/o dueño de un café-librería, o también conocido como un tertuliadero”.

¿Recuerda la primera clase que dictó?

“Recuerdo que fue una clase de Microbiología general en primer o segundo año, con los estudiantes de la Facultad de Odontología de la Universidad de Antioquia”.

¿Cuál ha sido su docente más querido y recordado?

“Son dos. Mi padre, que, al salir para el primer día de clase en la UdeA, me llamó a su oficina y me dijo: «Mijo, recuerde que en este país todo el mundo es doctor, es más importante ser conocido como don Alfonso». Años más tarde supe que el ‘don’ es un vocablo español que significa de origen noble, pero no hacía referencia a títulos nobiliarios, sino a la nobleza de espíritu, a la generosidad y la capacidad de entrega.

El segundo docente es Maury Massler de la Universidad de Illinois, quien me enseñó cosas para la vida. «No imponga su presencia donde no es bien recibido», «prométeme que cada día de su vida aprenderá algo nuevo», «cuando en una reunión social descubra que está atacando o es atacado en lo personal, retírese porque ninguno tiene ideas para defender su tesis». Otro día me dijo: «En la ciencia, lo que usted crea o piense, no tiene importancia. Lo que cuenta es la evidencia que tenga para sustentar un concepto».

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